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2 de gener del 2009

Odio el belicismo gratuito

No me gusta nada usar la palabra "odio", la uso muy poquito, pero en este caso su uso me parece vital...

Si alguna cosa voy aprendiendo a lo largo de los años es a no tener prejuicios ni a ponerme del lado de quien me parezca más simpático o más víctima de forma gratuita y sin saber muy bien los motivos de mis simpatías. La simpatía hacia el pueblo palestino podría ser algo así, algo que me viene dado por ser europea y no americana y por mi entorno. Pero no creo que mi simpatía sea tan gratuita. Poco a poco voy aprendiendo sobre el conflicto israelo-palestino y esta claro que las dos partes tienen su culpa, no hay buenos ni malos, pero si algo no tolero es el belicismo gratuito. COME ON!

Un ejemplo de lo que pasa, es este artículo de Saramago extraído de su blog:

No es el mejor augurio que el futuro presidente de Estados Unidos repita una y otra vez, sin que le tiemble la voz, que mantendrá con Israel la “relación especial” que une los dos países, en particular el apoyo incondicional que la Casa Blanca dispensa a la política represiva (represiva es decir poco) con que los gobernantes (¿y porqué no también los gobernados?) israelíes han venido martirizando por todos los modos y medios al pueblo palestino. Se a Barack Obama no le repugna tomar su té con verdugos y criminales de guerra, buen provecho le haga, pero que no cuente con la aprobación de la gente honesta. Otros presidentes colegas suyos lo hicieron antes sin necesitar otra justificación que la tal “relación especial” con la que se da cobertura a cuantas ignominias fueron tramadas por los dos países contra los derechos nacionales de los palestinos.

A lo largo de la campaña electoral Barack Obama, ya fuera por vivencia personal o por estrategia política, supo dar de sí mismo la imagen de un padre dedicado. Eso me permite sugerirle que le cuente esta noche una historia a sus hijas antes de que se duerman, la historia de un barco que transportaba cuatro toneladas de medicamentos para socorrer a la población de Gaza en la terrible situación sanitaria en que se encuentra, y que ese barco, Dignidade era su nombre, ha sido destruído por un ataque de fuerzas navales israeliés con el pretexto de que no tenía autorización para atracar en sus costas (creía yo, ignorante redomado, que las costas de Gaza eran palestinas…) Y que no se sorprenda si una de las hijas, o las dos a coro, le dicen: “No te canses, papá, ya sabemos qué es una relación especial, se llama complicidad en el crimen".